Todos los días, desde Casa Rica nos responsabilizamos de envasar y refrigerar correctamente los alimentos que no fueron consumidos, para que luego nuestros aliados pasen a retirarlos ya refrigerados. Los mismos serán entregados a la Fundación San Rafael que a su vez se encarga de la distribución a los hogares, tales como: Hogar Oasis, Chiquitunga, Giussiani, San Joaquín y Santa Ana, San Ricardo; el policonsultorio Juan Pablo II, la escuela Pa’i Lino, el colegio Pa’i Alberto y el comedor Santa Magdalena de Canossa.
Ximena Mendoza, fundadora y directora de la empresa social resume que “el impacto va mucho más allá de lo meramente social. Disminuir el desperdicio de alimentos genera impacto ambiental y económico positivo. Al desperdiciar alimentos también desperdiciamos los recursos naturales utilizados para producirlos. Producir comida que no será consumida supone emisiones innecesarias de CO2 que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático” Es una problemática tan grande e importante que con que cada empresa pueda colaborar desde su lugar en esta lucha, hoy estamos dando un gran paso hacia un consumo más responsable y consciente.
Juntos, construimos puentes de esperanza y nutrimos corazones con el propósito de hacer de cada día una oportunidad para el bienestar colectivo.